lunes, 14 de abril de 2008

Una crónica más reposada de la Maratón de París [1ª parte]

La semana pasada, apenas unas horas después del regreso de París, escribimos unas primeras líneas con el fin de dar a conocer los resultados de los runners de nuestro Club, que habían participado en la Maratón de París celebrada el día 6 de abril. Ahora, con más calma y sobre todo recuperados del cansancio acumulado, que era más real de lo que nos imaginábamos, podemos hacer un mejor balance de los resultados, aún más positivo si cabe que en las primeras impresiones.

Llegamos al aeropuerto de París-Orly el viernes 4, a las 10 de la mañana, y pasamos la mañana entera, teniendo en cuenta que éramos un grupo de 40 personas, desplazándonos justo al otro extremo de la ciudad, en la moderna barriada de La Défense, donde teníamos el hotel, a pocas paradas de metro del Arco del Triunfo, donde daba inicio la carrera.

Después de comer de vuelta al metro, para trasladarnos a recoger los dorsales, en un pabellón de un recinto ferial situado de nuevo a las afueras de París, donde a continuación visitamos una impresionante Feria del Corredor, con las últimas novedades mundiales en zapatillas, ropa deportiva y un sinfín de complementos propios de la práctica del running. Un placer para los que tienen una cuenta corriente ilimitada, para los que no un sano placer visual, que tampoco es malo.

Finalizamos la tarde, muy fría, subiendo (la mayoría) a la Torre Eiffel y contemplando, quienes no lo hicieron, las carreras (todo es deporte) de la policía montada (en bicicleta), persiguiendo a los del top-manta, que vendían souvenirs o al menos lo intentaban, a los turistas que visitaban el monumento.

El sábado por la mañana varios de los corredores salieron a las 9 de la mañana a estirar las piernas (en total 45 minutos a ritmo trotón pero suave) por el Bois de Boulogne, un lujo para la vista y una envidia para quienes vivimos por estas tierras soleadas, que no tienen precio, pero que no por ello pensamos de vez en cuando que unas cuantas hectáreas de verde-París no nos vendrían mal del todo. Pero el clima es el clima...
Después desayuno, y algo de turismo tranquilo por la ciudad. Tomamos el metro hasta el Ayuntamiento, y luego paseamos tranquilamente por Notre-Dame, orillas del Sena, exteriores del Louvre y calles adyacentes...

Después de comer continuamos un breve paseo, hasta que un buen número de corredores volvieron al hotel para tomarse la tarde libre y descansar, pero buena parte de los acompañantes continuaron la marcha, viendo el Palais Royal, la calle comercial de Saint Honoré, la plaza Vendôme, la iglesia de la Magdalena y la plaza de la Concordia.

Y llegó el gran día. A las 6 de la mañana desayuno y salida del hotel a las 7,30, para estar antes de las 8 en la línea de salida, para dejar en consigna la ropa para después de la carrera (hay que recordar que éramos 35.000 corredores) y colocarse cada uno dentro del "corralito" que tenía asignado, en cada uno de los cuales había varios miles de corredores, más de los 3.000 y pico que suman en total los corredores de la maratón de Valencia. Y solo el hecho de llevar a cabo estas dos operaciones requiere su tiempo.

Por supuesto, previa a la distribución de los corredores en sus lugares respectivos, hubo sesión fotográfica, con poca luz ambiental aún, en un día gris, y frío, ya que por la noche había nevado. No una gran nevada, pero sí suficiente para enfriar de forma considerable la atmósfera, de manera que salvo algún optimista que salió desde el principio con su camiseta de tirantes, la mayoría decidió proveerse de una camiseta de sustitución, para tirar cuando se hubiese calentado el cuerpo. Y tampoco se hizo ascos a la bolsa de plástico que a modo de chubasquero entregó la organización a cada uno de los participantes, cuando fuimos a recoger el dorsal y la bolsa del corredor, así como la camiseta, que es uno de los mejores recuerdos de la carrera.

A las 8,45 se dio salida a los (creo que 400) corredores "guaydelparaguay", esos que pasan a tu lado a tal velocidad que ni tan siquiera de das cuenta de su existencia, y solo notas los efectos de su paso por la ventolera que producen.

Después los más de 1.000 superclase, que tienen acreditados tiempos inferiores a las 3 horas, en gran parte de las ocasiones muy por debajo de ese tiempo.

A continuación el primer gran "corralito" (unos 4.000) de los inscritos para hacer en torno de las 3 horas, entre los que figuraba alguno de nuestros atletas, que conseguiría plenamente su objetivo.

Un par de minutos después se daría salida a los corredores de 3:15, posteriormente a los de 3:30, 3:45 y así sucesivamente hasta completar los más o menos 7 u 8 tipos (o colores) de dorsales, que en total constituían esos 35.000 corredores, de los cuales las mujeres eran más de 4.000.

Y en cuanto a nacionalidades, los corredores españoles inscritos eran muchos más de 600, siendo el séptimo país en número de participantes.

El circuito transcurrió desde la Avenida de los Campos Elíseos, desde el mismo Arco del Triunfo (aunque el comienzo de la carrera estaba a unos 300 metros de su ubicación, para que cupieran todos los corredores) en dirección a la plaza de la Concordia, el Louvre y en línea recta durante bastantes kilómetros hasta las afueras de París, hasta el Bois de Vincennes, en donde antes de llegar descubrimos, porque aún había fuerzas para mirar a uno y otro lado, el magnífico castillo gótico de Vincennes, que por sí solo ya merecía el esfuerzo.

Desde allí dimos la vuelta, por un recorrido distinto, atravesando el arco que marcaba el paso por la Media Maratón, momento en que muchos aprovecharon el ofrecimiento de una organización situada en las proximidades, que distribuía pegatinas en defensa de los derechos humanos maltratados en China, y sin parar de correr se la pusieron en la camiseta y a seguir.

Durante todo este trayecto, como posteriormente hasta el final, una multitud en el sentido más amplio de la palabra, a ambos lados animaba a los corredores. Sencillamente lo nunca visto, y un motivo más para que vayamos aprendiendo y tomando nota como ciudadanos, porque aunque las cosas están cambiando en este país nuestro, aún estamos muy lejos de que se valore el esfuerzo de miles de personas que, a cambio de nada, practican un deporte que no mueve millones de euros, pero sí muchos más millones de ilusiones y buenos recuerdos.
[continuará]

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